Dentro de los Estados soberanos y
autónomos, en amplio sentido de las palabras, se han generado permanentemente
cambios en las formas de gobernar, en democracia, esto es, el pueblo mediante
el voto popular elige sus representantes (llamada democracia representativa),
para que dentro de un período de tiempo gobierne los destinos de todos y todas
porque ha ganado el favor del “pueblo” en las urnas; pero en esta forma de
democracia la inclusión de los otros sectores organizados de manera más atomizada
dentro de la sociedad han generado otras formas de democracia que buscan
equilibrar la toma de decisiones de los gobernantes versus la ciudadanía
organizada y no organizada; así nace entonces la democracia participativa,
donde las personas de forma individual y colectiva promueven su participación
activa dentro de lo público como un todo y no por partes, para incidir en el
ciclo de la política pública que desde luego nos afecta a todos y todas, eso
incluye lo económico, OJO que la administración y el control sigue en manos de
la democracia representativa, pero la participativa lo que busca es
complementarse a través de mecanismos democráticos como por ejemplo los
presupuestos participativos, la rendición de cuentas, la institucionalización de espacios ciudadanos inclusive mixtos
(voluntarios), la planificación participativa a corto, mediano y largo plazo
con las unidades básicas de participación ciudadana (BARRIOS, COMUNAS Y
PARROQUIAS), la priorización del gasto o el uso de la silla vacía. Así mismo de
manera directa la población, cumpliendo ciertos requisitos puede hacer uso de
la denominada democracia directa a través de la iniciativa normativa o
revocatoria del mandato, a lo que se le denomina Democracia Directa. Pero de
estas tres formas de democracia, hay una cuarta la más intrigante que debe
coexistir en función de la unidad del Estado que somos todos, como es la
democracia comunitaria, ligada a las maneras de autogobernarse de las
diferentes nacionalidades que existen dentro de un determinado territorio,
sobre todo a sus tradiciones y costumbres, que buscan generalmente la igualdad
de coexistencia dentro de su realidad y hacia afuera en la unidad del Estado.
Estas cuatro formas de ejercer la
democracia son cabalmente las que en Ecuador desde el año 2008 están
consagradas, pero en la práctica son pocas las experiencias que dentro del
mismo País han podido subsistir, porque muchas han nacido y han desaparecido,
dentro de un determinado tiempo, y en el caso particular desde el año 2003
vengo trabajando desarrollando lo que antes del 2008 sólo eran conceptos
sueltos de democracia participativa, directa y comunitaria, y actualmente como
lo he manifestado son normativa Constitucional y Legal. Para llegar a esto hay
antecedentes que son comunes en muchos países producto del desgaste que la
DEMOCRACIA REPRESENTATIVA ha ido generando a lo largo de la historia de la
humanidad, donde confluyen casi siempre el poder económico por alcanzar el
“poder de GOBERNAR” desde un sillón con un grupo de designados sobre un
atendencia política partidista específica que inciden en todo el territorio,
tendiendo de por sí un gran problema, que se Gobierna desde arriba y casi
siempre creyendo que los estudios y análisis de “expertos” son los
solucionadores de los problemas más locales. Es visto que en esta forma de
democracia que inclusive aterriza en lo local con los Gobiernos Locales,
siempre se vuelve a replicar los mismos vicios de arriba, y dejando de lado
normalmente la planificación como parte de la administración más que de la
gente y de lo que dentro del territorio hay con sus fortalezas y debilidades.
Allí es justamente por donde se
justifica la presencia más activa de la ciudadanía, y es menester empezar a
profundizar los análisis de cómo el común puede promoverse su inclusión para
incidir en que primero su voz sea escuchada pero de manera informada
previamente, para luego con formación específica su presencia sea más
protagónica en la toma de decisiones que las hacen los representantes en la
democracia representativa. Esto tiene que tener un orden, donde el ejercicio de
derechos y responsabilidades en el marco de la Ley, tanto de la autoridad como
de la ciudadanía deben ser permanentes, o en otras palabras, la
complementariedad entre lo participativo y representativo, deben ser un
requisito fundamental para fortalecer las democracias, pero básicamente desde
lo local, y el eje central del combate a la corrupción dentro de un País.